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Palabrario autobiográfico: la escritura, la lectura y la oralidad como procesos potenciadores de reflexión crítica en adultos mayores

Édilson Estiven Villada Restrepo y Dora Elena Quiroz Correa

Nuestro relato cuenta el proceso de alfabetización con adultos mayores en el Centro Gerontológico del barrio Trinidad, Medellín (Colombia-Antioquia). Describe la experiencia formativa y algunas estrategias didácticas implementadas en el proceso de adquisición y desarrollo de la lectura y escritura. No se enseña a leer y escribir, se parte desde el saber empírico y contextual de los adultos y desde esto se construyen sílabas, oraciones, párrafos y relatos. 

El eje central de la clase es una palabra generadora (metodología de Paulo Freire), que posibilita la conceptualización, el diálogo y la conformación de palabras. La intención es alfabetizar desde una postura crítica de su realidad como sujetos propiciadores de saberes experienciales, llenos de significado social y cultural.

Palabras claves: alfabetización, palabra, postura crítica, palabrario autobiográfico, Oralidad, lectura, escritura y TIC. 

En torno de un salón de clases, reunidos unos adultos mayores inician a viva voz, la narración de su trasegar educativo, cada voz es un palabrario autobiográfico que reúne palabras, dibujos, vivencias que aquí se cuentan: 

Inicia uno de ellos diciendo: 

– Soy un corazón, palpitante, que salvaguarda cada emoción y recuerdo triste o ameno. Me expando y contraigo. Soy el motor de mi hogar. Impulso energía a quienes me rodean. Yo soy Tránsito Hermensia Rincón. Nací en Choachí Cundinamarca. Tengo los años necesarios y las fuerzas suficientes. Quedé huérfana a los seis años, vivía cerca de la escuela rural, no contaba con el apoyo de nadie. Mis días eran lluviosos, no veía los rayos solares. Escuchaba a lo lejos las sonrisas de los niños y las lecciones de la profesora. Y una mañana, me contagié de esa alegría y llegué a las puertas de mi segundo hogar. Inicié primer año, me peinaba con dos hermosas trenzas unidas con una seda roja, roja como el fluir de mi sangre ante los brazos de mi profesora que me recibía cada día. Mis zapatos de caucho, me daban mucho calor, los otros niños iban descalzos, y el uniforme era la ropa de casa. 

– ¡Ah! cómo recuerdo los colores... verde el pizarrón en el cual se escribían números y letras con tizas de muchos colores. Veo todavía ese borrador que, cuando la profesora lo sacudía, nos hacía ver como neblina. Amarillo el sol, azul la quebradita, blancas las paredes de tapia y bahareque de la escuela, rojo el zócalo… café las tejas de barro, negra la oscuridad. La profesora vivía en este sitio. Nos acompañaban pocos libros, la cancha era de manga natural y el balón de trapo. En el recreo nos subíamos al árbol de mangos y amarrábamos un lazo para columpiarnos, jugábamos escondidijo, bolitas, pañuelito, yeimi, trompo y cauchera. La pobreza me hizo abandonar la escuela, no escribí, no leí, no sumé... resté y resté, pero mi memoria me otorgó un tesoro que recitándolo a diario con mi profesora aprendí:

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Figura 1. Actividades en clase.

Yo soy un niña huérfana; en la tierra
nadie alivia mi bárbaro dolor;
ni amor materno, ni paterno amparo
consuelan mi afligido corazón.
Como pan de limosna; el frío suelo
duro lecho me da para dormir,
y cuando la hora de los besos llega,
no hay besos ¡ay! ¡no hay besos para mí! [1] 

La estudiante continúa expresando:

– Profesora, ¿cree usted que yo aún pueda aprender a leer y escribir? pues su merced, mi firma durante años ha sido un apretón de manos, mis letras son mis dedos, mi alfabeto una sonrisa… La tristeza ha apagado mis luceros.

A continuación, de forma tranquila, luego de escuchar a su compañera, se anima una segunda estudiante y nos relata: 

– Tan solo un abrazo quiero, un te amo. Tres mujeres y un varón son mi descendencia. ¡Empanadasss, morcillitaaa, tamalitooo, papitaaa! ¡Sí! Pasé años como vendedora de fritos en la calle. Mis hijos estudiaron gracias a mi sazón, la cual heredé de mi madre. Nací en San Vicente Antioquia. Soy Isabel de la Trinidad Jaramillo, una mujer campesina, que vivía de la siembra de plátano y café en el terrenito familiar. No he pisao una escuela, no sé cómo es o qué hacían allí, para mí ir a ese lugar era asunto de ricos. Me enamoré o digo, me liberé del campo, gracias a mi esposo. Cinco meses de vida le dieron a él, después de nacido el cuarto hijo ¡Empanadasss, morcillitaaa, tamalitooo, papitaaa! Pagué el entierro por cuotas, ya que recursos no tenía. Mis empanadas son famosas y las mejores. Choferes, taxistas, amas de casa, niños, trabajadores y vendedores probaron mis empanadas. “La empanada de Trinidad en el barrio Trinidad”: ¡Empanadasss, morcillitaaa, tamalitooo, papitaaa! Mis hijos crecieron y no volvieron. Mis matemáticas las practiqué contando granos de maíz para mis empanaditas. Y heme aquí, creyendo que puedo volver a iniciar lo que postergué. Mis hijos verán a una amá bien formada. Mi voz es mi talento, canto, bailo y rio.  Pa´ las que sea profesora y profesor. 

– ¡NOMBRE! ¡Nombre! ¡Nombre! 

– ¡Na, ne, ni, no, nu! ¡bra,bre,bri,bro,bru!... ¡bruno, brona, brino, brena, brana!… Agrega la compañera Rosa Elvira Castiblanco García. ¡Nombre! ¡Nombre! ¡Nombre!, mi nombre, nómbrame… La pereza y el amor me hicieron abandonar mi segundo grado de primaria. No leí, no escribí, ni sumé. Me casé a los 17 años y duré 59 años casada, tengo seis hijos. ¡Clavel, Rosa, Geranio, Hortensia, Anturio y Orquídea! Flores, flores… fla, fle, fli, flo, flu… ra, re, ri, ro, ru… flaro, flero, fluro… flores… Las amo, me encantan, el jardín me recuerda a mi niñez en San Cayetano Cundinamarca. Fragancias y más fragancias. Miren mi dibujo, soy yo, una niña en medio de un jardín. ¡Un lápiz, colores, cuadernos nuevos, una carpeta, todas mis vecinas se van a enterar!

– Sé tejer, hago croché, uso la máquina de coser, sé ensartar el hilo en la aguja. En mi juventud hacía mi ropa y las colchas de retazo. Por la cuadra donde vivo soy la costurera de las familias. ! Rosita, Rosa, doña, señora, rosita primorosa… No sé ¿por qué hoy las jovencitas no saben ni hilar? 

Uno a uno va develando de formas diferentes pero muy sentidas, sus experiencias de vida. La emoción de sus propios relatos, se dejan ver en sus rostros, como si lo vivido no fuera parte de su pasado si no de su presente… 

– ¡Amor! lo sentí, hoy no lo quiero escribir. ¿Cómo plasmo en otro lenguaje esa palabra que no amo más?, ¿estudié y sé escribir Amor en castellano?, pero no quiero más esas letras con sangre. Tres infartos, dos amores, digo, desamores. He trabajado en lo que me resulte, soy un todero. Mis ojos se fueron apagando por el dolor del amor; digo, desamor, cansados ya de ver la ilusión, digo la desilusión. Se cubrieron con un telar negro. Omar de Jesús Quintero Estrada, leí y escribí, pero ya no quiero más letras, no las siento, no son mías, me hieren. Un punto A, tres M, tres O, cuatro R. ¿Qué dice? – ¡AMOR!... Las letras duelen más que los puntos!

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Figura 2. Las letras…

– ¨Quiero matar un capricho que tengo en el corazón, voy a coger un jalao con tremendo vacilón: LALALALALLA, búscame una cuchara, una botella y un cajón, a formar un parrandón... LALALALALALA y así matar el capricho que tengo en el corazón. LALALALALALAL ¡Ay! qué cabeza (tengo yo), oye pana mira qué brillo (tengo yo). LALALALALALALALALAL leleí, leleí yo me voy pa la luna (tengo yo) estoy fuera del planeta (tengo yo) (…) (La juma de ayer ya se me pasó esta es otra juma que hoy traigo yo).¨[2]

– Soy elástico como esta masilla. Me muevo, danzo... me vibra el sonido y me habita. Soy bailarín de salsa, Gabriel Antonio Sánchez ¡presente! de Angostura Antioquia, fui carbonero. Al moldear esta contextura, la siento como mi cuerpo: movible, rítmico, goza, baila y siente. Aplasto, aprieto. Un paso allí, otro allá... vamos masilla, muévete, haz formas, muéstrame figuras… Palpo, bailo, siento que mis dedos son mis ojos.

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Figura 3. Aspecto de la graduación.

– Estudié hasta quinto de primaria. Sé leer y escribir pero ¿eso de qué me sirve para este baile que llevo, me veo bailar solo, ¿las letras como notas musicales se esfumaron? Ya soy sentidos y quiero leer y escribir otras músicas que me hagan ser, estar y permanecer. Antes fui visión, ya no soy. Quiero ser escribiendo y leyendo: puntos, partituras… ¡Ay ombe! LALALALALALAL... Un punto, dos puntos... los bailo, los siento, me dicen ¡ya soy!... LALALALALALA. Pasito adelante, otro atrás... vuelta, un punto, dos puntos, tres puntos, pasito... punto, un dos tres… ¡MÚSICA! 

Cada estudiante al ir contando sus vivencias con relación a sus inicios escolares entra en sintonía con sus demás compañeros. No han sido caminos de rosas, más bien floridos con espinas. Se miran a los ojos y prosiguen: 

– ¡Cuadros y más cuadros! Profes, se tensionaron mis manos, mis manos laboriosas. Colorear las formas del cuaderno cuadriculado me cuesta. Un barquito, flores, moños, patos. Sólo mis manos sirvieron para trabajar por mis hermanas, por mi familia y hoy apenas las uso para creer en mí y para crear por mí. ¡Qué lindos me quedan mis dibujos! Ya casi termino, dos cuadros y terminé... Soy de Santa Bárbara, de la vereda que se llama Samaria. No estudié. El machismo imperaba en aquel entonces, mandaban los machos, se hacía lo que decían los machos, de hecho mi nombre lo demuestra, quedé como propiedad  de mi marido: María Noelia Sánchez de Ruiz. Era tanto el machismo, que si yo quedaba viuda, mi padre manejaba mi herencia. Señora de, la mujer de, la querida de…. Cuadros y cuadros, así se pone la vida cuando como mujer te limitan a estar en casa, cuidar el marido y los hijos… Quería ser más, pero mis deberes me lo impedían. Mi vida era cuadriculada como estos cuadros, por ello me cuesta verlos, pero los coloreo y todo cambia, les doy figuras y se transforman. Mis hijos ya se cuidan solos, ya mi marido está en casa y yo me he ido librando del de... señora de… Me he dedicado a disfrutar del tiempo que me queda. Le doy otras formas y colores a mi vida, ya no soy un cuadro, unos cuadritos... estoy siendo una línea recta sin ángulos. 

Continúa Blanca, haciendo obvia su necesidad de expresarse, abierta y sincera, narra con dolor: 

– Me han oprimido tanto que ya no me salen lágrimas. La calle, las drogas, mi familia, mi exmarido, la sociedad, la cárcel. Soy Blanca Rocío Ardila de Jarramillo, a los once años me casé con un hombre de veintisiete años, me ultrajó y golpeó. Las calles de la ciudad de Medellín fueron mi refugio, mi escuela y esta me enseñó que hay que sobrevivir. Pasé hambre y sed. Hoy me pregunto: ¿por qué si se gradúan de universidades tantos médicos, profesores, psicólogos y otras profesiones, en las calles hay tantos niños que no saben ni firmar, enfermos y locos?, ¿qué pasa con tantas políticas públicas que proponen alcaldes y presidentes? En la calle hay olvido completo por las personas, por lo que ellas quieren. Fui presa, por querer liberarme del machismo, del trabajo, de la opresión social. Quería ser y me lo impedían. ¿Acaso los habitantes en situación de calle no quieren otra libertad? El vivir sin opresión, no trabajar, no cumplir horarios, no pagar facturas, en realidad, ¿quiénes están o son libres? 

– Profesora, agrega ella: yo le canto y bailo para celebrar el día del idioma, quiero hacer una cartelera, ¿puedo ser la vocera para presentar los puntos culturales? Estudiar en libertad, estudiar lo que quiero, hacer lo que quiero, escribir lo que quiero, leer lo que quiero... asociar la imagen y pensar en el concepto que la nombra me ha llevado a escrituras y lecturas. Cárcel... normas, opresión, calle... libertad... decidir... empresa, ser y contribuir: ¡LIBERTAD! 

Pidiendo la palabra pronto, porque no quiere dejar de ser escuchado, pues tal vez piensa –y no sé equivoca– que su historia es valiosísima y digna de ser contada, continúa un gran hombre de campo y una de las tantas víctimas de la violencia en nuestro país:

– Profesor, veo, estas imágenes del periódico que nos han traído para elegir unas cuantas y pensar en palabras que las nombren y escribirlas para formar oraciones, y luego pienso: –estas imágenes no han cambiado en nada. Son las mismas de años atrás, sólo que hoy han cambiado de colores–. 

– Soy un hombre del campo, montañero, pobre pero alegre. Soy honraooo. Sé herrar, castrar y sembrar. La violencia me hizo llegar a la ciudad. Vendí mis tierras baratas. Los grupos armados nos tenían atemorizados. Estábamos con la derecha o la izquierda. Primero fueron los conservadores y liberales. Luego siguieron los militares y guerrilleros, casi lo mismo pero con apariencias distintas. ¡Los hijos de los campesinos peleando en otros campos, en otros lugares con los militares, hijos de más campesinos...! ¡Qué tristeza!, los campos para sembrar se perdieron por una generación masacrada. Las escuelas las cerraron, las familias huían, el campo era el lugar de batalla. Soy de los hombres que decía: – el estudio no sirve, a mí me gusta es trabajar y ganar platica–. De niño no fui a la escuela y de joven aprendía con los maestros pero de construcción y de parcelas. Los contratos eran de palabra, hoy ya todo es escrito. Los límites de los terrenos se medían por linderos, el costal de fique, la panela, las botas, el machete, el carriel, el sombrero, las mulas, los paseos de olla y la caza de animales. Eso sí que era calma. Hoy, estoy aquí, pensando qué imagen elijo para pegar en mi cuaderno y escribir palabras. Veo niños riendo, los voy a recortar, veo plantas, árboles, flores, hay una casita, un animalito. ¿Puedo armar mi propia imagen con partes de todo esto? Lo haré, quiero que el campo sea el origen y no la ciudad. Necesitamos jóvenes labrando, cosechando, los viejos ya agotamos fuerzas. 

– Mis palabras profesor son ¡CAMPO Y CAMBIO! CAM, CEM, CIM, COM, CUM... PA, PE, PI, PO, PU. El campo hace el cambio, El cambio hace el campo. CAM, CEM, CIM, COM, CUM…–Mil, dos mil, tres mil, cinco mil, seis mil… compro las verduras, la carne, pago el arriendo. Mil, dos mil tres mil, cinco mil. Mil y dos mil son tres mil. Si compro cilantro con mil me queda dos mil–. 

Con los relatos nos damos cuenta que el aprendizaje es significativo y contextualizado, es decir, práctico. También, es importante reconocer la diversidad de los modos de enseñanza dependiendo las necesidades de cada educando. 

– ¡María Teresa Londoño Cano! no has terminado la plana de los números, empecemos... 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7... otra vez 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7. ¡Profesores!, es que estaba pensando en mi restaurante. Si vendo un desayuno a tres mil y un almuerzo a cinco mil... son ocho mil. Es que ¿cómo hago profesores?... yo cuento mi platica, pero para escribir esos garabatos no sé. Llevo años con plata y contando plata y no sé hacer los números… ¡qué vergüenza! A ver, 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7.¡Mis amores!, sí es así, a ver, este uno no me gustó, se ve solitario como yo. Mejor, dos, tres, cuatro y cinco...5, 5, 5, 5, 5, 5. A cinco mil mis almuerzos… ¡lo sé escribir! Estudié hasta segundo de primaria, no volví a recordar los números ni a escribirlos, mis cuentas las hago con ver la carita del señor del billete y listo. Así sé que el billete es de mil, dos mil, tres mil y cinco mil. Saben profesores... no sé por qué carajo cambian los billeticos y las monedas, me han robado mis propias trabajadoras. Porque me entraban billetes distintos y me decían que valían poquito y yo les creía. Hasta que un día, la mujer que me cuida, me explicó los nuevos cambios en los billetes. Recuerdo el de dos mil pesos, salía una mujer crespa como yo... el de diez mil pesos... tenía otra mujer... pero era como indígena... el de mil pesos tenía a un hombre buen mozo. Después me enteré que era dizque un señor Bolívar. Seguro un rico al que le estamparon su rostro. Ya estoy terminando mi hoja...los estoy escribiendo y los memorizo... 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7. 

–  ¡María Teresa! – los números no se escriben de toda la hoja, ese cinco está muy grande, no queda espacio para los otros. Aclaró el profesor.  – Profesores es que ese número lo quiero recordar: cinco mil, 5, 5, 5, 5 y 5 a cinco mil mis almuerzos. Hoy me llevo el cuaderno para mi casa y para el restaurante para recordar cómo se escribe ese cinco.5, 5, 5, 5 y 5. ¡Ya esas muchachas no me la van hacer! 

– Mire Teresa, este es un billete de cinco mil pesos... la imagen es de un poeta colombiano y bogotano: José Asunción Silva. Un escritor, se suicidó por las melancolías de la vida. Las letras colombianas le deben mucho.  –¡Con que este es!, verriondo muchacho cómo te fuiste a matar, bien lindo. Ve, era como Gardel pero sin bigote. Y te reconocí, ya no me van a tumbar, mi hermoso niño. Cinco mil, cinco mil… ¡ay qué alegría! A cinco mil, mil almuerzos... 5, 5, 5, 5 y 5. 

– Teresa, hay otras formas de dinero, el dinero electrónico, existen las tarjetas de crédito, vas a un lugar y pagas con una sola tarjeta, no tienes que andar con el fajo de billetes. 

– ¡Así no me sirve, con un solo papel tengo la plata!... no, no, no...¨es mejor pájaro en mano que ciento volando¨. A ver mi 5, cinco mil, 5, 5, 5, 5 y 5. A cinco mil mis almuerzos. 

Con relación a las Tic, un estudiante de forma inocente pero realista, y notándose el amor y la importancia en su vida por la familia, nos dice: 

– Pero ¡Qué imagen tan bella nos muestran! esos aparatos tecnológicos hacen todo rápido, parece como si esas personas estuvieran dentro de esa maquinita pequeña.

Video win…. video wen ve. Video win... win, win, win... hasta inglés estoy hablando. jajajajajajajajajajaja qué dirán mis hijos, nietos, bisnietos y tataranietos. ¡FAMILIA!, qué belleza de palabra, Soy del Edén, no del de Adán y Eva, pero sí de Fredonia Antioquia. Claro que también pequé y salí de mi Edén. Me traje una Eva de mi Edén. 8 hijos, 24 nietos, 26 bisnietos y 2 tataranietos. Familia: papá, mamá, hijos, nietos. Yo fui padre, ya soy abuelo. Mis hijos fueron padres, ya son abuelos. Mis nietos ya son padres y serán abuelos. jajajajajajajajajaja compañeros se imaginan toda mi familia en esa imagen del video wen, wen, ve; se dice video win, win, win.

Familia nuclear, de padres solteros, adoptiva, sin hijos, de padres separados, extensa, pequeña, unifamiliar…

...FAMILIA... FA, FE, FI, FO, FU,... MA, ME, MI, MO, MU... LA, LE, LI, LO, LU. Compañeros, pasen los colores...tengo mucha familia por pintar. Y qué tal si también escribo los nombres….jajajajajajaja profesores necesito otro cuaderno, se creció la familia. Hay que echarle más agua a la sopa... jajajajajajajajajaja. Mario de Jesús Muriel Uribe, es mi nombre. Ve, tengo en mi nombre a Jesús... bien dijo este hombre...¨creced y multiplicaos¨...jajajajajajajajajaja.

Todos sueltan una carcajada, no por burlarse de su compañero, si no por su tono jocoso que irradia energía y ganas de que no se acabe el encuentro. Pero el último relato, un poco desgarrador, muestra que, aunque los tiempos han cambiado, hay cosas que siguen igual. Y frente a esto debemos reflexionar y mirar qué de ello debe cambiarse, pero para buscar mejorar nuestra convulsionada sociedad.

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Figura 4. Aspecto de la graduación.

– ¡Profes, veo un cuerpo! Y un CUERPO desnudo, yo ya no tengo esa cintura. Ni mi cabello es largo y lacio. Mi cuerpo, mi testimonio. Lo que soy, lo que he hecho, mis cicatrices, mis arrugas, mi territorio, mi templo y mi prisión. Al colorear esta silueta corporal, es como si tocara mi cuerpo, es ver un cuerpo joven que fui con el que soy ahora, un cuerpo de años, de trabajo, de tiempo, de existencia. Yo soy Ana Lilia Guerra Oquendo. Mi familia tuvo su dinero, vivimos en la zona urbana. Soy del municipio de Santa Bárbara. Mi padre era un funcionario público, me complacía en mis caprichos de modas, alhajas, maquillajes y zapatos. El liceo, en el que me matricularon, era muy grande, de tres pisos. Todos los estudiantes tenían que ir con uniforme, había una coordinadora, un rector y varios profesores para cada área que nos enseñaban. Salíamos al descanso y comprábamos una gaseosa, paquetes de papitas y bom bom bum.

– Mi madre y padre me motivaron a ir a la escuela, pero no quise. Iba y me volaba, mi apellido lo dice: –Guerra, Guerra–. Les di mucha guerra a mis padres. Era y soy muy rumbera. Soy muy amistosa, mi rebeldía aún continúa. Me encantaban las revistas de moda, esas mujeres con peinados elegantes. En los descansos me subía la falda para seducir a los galanes...se derretían cuando mostraba mis piernas y con un guiño, los tenía listos y una salida segura, era muy coqueta. Mis uñas muy pintadas, mis labios rojos, el colorete en mis cachetes y una cálida sonrisa. Los cuerpos pasan, las emociones quedan. Fui rebelde mostrando mi cuerpo pero me siento feliz. No le conocí el pecho a mi abuela, diario vivía cubierta y de ropa oscura. Fui una de esas mujeres impulsadoras del desnudo, pero siento que hoy las jovencitas están cayendo en lo vulgar y en el ser objetos vendibles. Bien decía mi madre, – muestra pero con moderación, seduce pero no destapes, provoca pero no entregues–. ¡Ojalá! Algunas jovencitas de esta época valoran más su corporeidad. Eso de las operaciones me da susto. Antes éramos las mujeres naturales, hoy son como igualitas adelante y atrás... yo tuve mis gorditos pero los amaba.

Este cuerpo, el de la hoja, el de mi cuerpo. Lo veo, me siento, lo siento. Me gusta, lo amo, lo observo. CUERPO... CA, CE, CI, CO, CU... PA, PE, PI, PO, PU… Amo mi cuerpo, soy mi cuerpo, cuido mi cuerpo.

Al finalizar estos relatos, nos decimos los profesores:

– ¡Cómo es la vida! –!Sí, es sorprendente, profe!

Nosotros creímos que íbamos a enseñarles a ellos, y resultamos aprendiendo de ellos, son maestros de vida. Su propio trasegar existencial los formó. A veces la escuela no habita en espacios establecidos, sino que subyace en escenarios, experiencias, ocasiones y problemáticas vivenciales. Los maestros a veces son personas del común, que te educan para la vida. El asunto es ¿qué hacen los profesores en la escuela?, ¿está la escuela formando o quitándonos el verdadero aprendizaje?

Es un asunto que descubriremos en este trasegar, en este proceso formativo de alfabetización. Haremos una pausa y luego continuaremos con otras autobiografías.

AUTO: YO, TÚ, ÉL, NOSOTROS Y TODOS

BIOGRAFÍA... BA, BE, BI, BO, BU... GRA, GRE, GRI, GRO, GRU... FA, FE, FI, FO, FU…

BIO=VIDA

GRAFO: ESCRITURA


Ficha de los autores
Édilson Estiven Villada Restrepo: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Dora Elena Quiroz Correa: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Licenciados en Educación Básica con Énfasis en Humanidades Lengua Castellana, de la Universidad de Antioquia. Pertenecientes al Nodo de Lenguaje de Antioquia, de la Red Latinoamericana para la Transformación de la Formación Docente en Lenguaje. Con trayectoria de más de 10 años en la enseñanza de educación básica, media y tecnológica.

[1] Poema de Francisco Luis de Relés. (Buenos Aires, 5 de octubre, 1900 - Buenos Aires, 24 de octubre de 1978). 

[2] Canción de salsa compuesta por Jimmy Webb, ´´La juma de ayer”. Interpretada por Henry Fiol.