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Cuando el cuerpo pasa lista en educación física
Arturo Martínez Gómez

La incorporación conceptual del cuerpo ha sido relativamente reciente en la educación física en México. Con su implementación viene la necesidad de reelaborar la idea de la corporeidad para armonizarla con la práctica educativa. Este texto recorre brevemente los antecedentes y ejes para construir la corporeidad sobre la base de las experiencias motrices de los educandos. 

En la educación en general subyace el interés por educar el cuerpo a través del desarrollo del potencial humano en las diversas manifestaciones de las inteligencias. Es la educación física en particular quien se ha ocupado de educarlo a partir de la motricidad con base en las diversas corrientes o paradigmas y en determinados contextos históricos. En México a inicios del presente siglo, primero en la educación básica y posteriormente en el bachillerato de la UNAM, el concepto de corporeidad se integró a sus programas como parte de la transformación curricular o de actualización. 

Esta incorporación guarda antecedentes que se pueden escudriñar en el desarrollo de la historia de la concienciación del cuerpo. Desde la historia de las ideas la vemos primordialmente en Friedrich Nietzsche con la reivindicación que hace del cuerpo como principio y fin de la existencia. La fenomenología de los años 40 habló de la inmanencia y vivencias del cuerpo. Es en los años 70 cuando se da un auge en los estudios sociológicos, históricos y antropológicos sobre el cuerpo. Pero más importante será la liberación del cuerpo en las sociedades donde las revoluciones juveniles marcaron un camino sin regreso para la igualdad y libertad.

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Fuente: Eisengerb, R. (Coord.) (2007). Corporeidad, Movimiento y Educación física. Ciudad de México: Grupo Ideograma Editores.

Visto desde un panorama más amplio y después de miles de años de evolución, literalmente es en las últimas milésimas de la existencia humana cuando se ha tomado conciencia del cuerpo. Rememorando las palabras del biólogo evolutivo Stephen Jay Gould: “La conciencia humana surgió un minuto antes de medianoche en el reloj biológico”. (Roberts, 2017, p. 17). Esta conciencia es la que ha permitido tener presente el cuerpo para asirlo culturalmente de múltiples significados e interpretaciones. 

En la práctica docente de la educación física la inclusión de la subjetividad del cuerpo se dio a través del concepto de corporeidad. Frente a ello ha habido diversas reacciones, algunas a favor y otras en contra, sobre su implementación pedagógica y didáctica (García y del Basto, 2017). La relevancia que tiene para el educador la recreación conceptual y práctica del cuerpo tanto en el aula como en la vida cotidiana es posible con el reconocimiento de una unidad corporal sin fragmentaciones. Tal concepción trasciende lo abstracto con el devenir de las sensaciones, de las representaciones simbólicas e ideológicas que sitúan el cuerpo como protagonista de su historia (Torres, 2009). 

Para construir y experimentar la corporeidad es necesario un proceso de reducación física flexivo, práctico y gozoso por parte de los docentes para recrear el trabajo con los educandos. Es importante notar la obviedad que se tenía con el cuerpo en el campo disciplinar si lo vemos desde un análisis epistemológico de la educación corporal, sin embargo, esta inflexión conceptual permite un reconocimiento teórico y práctico. El gran reto será hacer tangible la conciencia del cuerpo o de la realidad corporal en una práctica pedagógica asociada tradicionalmente al ejercicio o el deporte.

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De acuerdo con Torres (2015), el punto de partida para la toma de conciencia de esta realidad corporal pasa por el conocer, sentir, desarrollar, cuidar y aceptar el cuerpo. El conocer se complementa y amplia sobre lo que ya es conocido, sumando aquellos saberes del cuerpo que están presentes como bagaje cultural de la persona. Gracias a los diversos medios que tenemos en el presente para informarnos es necesario aprender a seleccionar de fuentes confiables que abonen en el conocimiento del cuerpo. Con todo, para lograr tal fin es ineludible encarnar el conocimiento teórico con el práctico (Claxton, 2016, p. 244). 

Sentir el cuerpo va más allá de conocer el papel de los sentidos, tiene que ver también con la forma en que ha sido permitido vivenciar los sentidos. La construcción social y cultural de los sentidos tiene genealogía negativa que limita la forma en que los comprendemos, de allí que la reivindicación de los sentidos y la alegría de contar con ellos sea una tarea constante en la educación corporal. 

El miedo por desarrollar este tema se justifica, sin embargo, proponiendo ambientes adecuados de aprendizaje es posible vencer los prejuicios de la sociedad e instituciones educativas ante una interpretación sesgada o temerosa. 

El desarrollar el cuerpo no solo se expresa a través de las habilidades, hábitos y destrezas motrices como un resultado deportivo o de perfeccionamiento motriz. El acompañamiento docente con aquellos niños, o jóvenes con temores e inseguridad puede cambiar su panorama y gusto por el movimiento, proporcionando nuevas experiencias de movimiento ligadas al reconocimiento de múltiples posibilidades que se encuentran en el movimiento. 

El vasto tema de cuidar el cuerpo está asociado con los saberes corporales que se diseminan con base en la mercadotecnia y por la tradición oral. Darles continuidad a estos saberes en la educación física sobre la base de conocimientos fundamentados en la divulgación científica es de gran relevancia a través de una especie de mayéutica, es decir, traer lo mejor de los conocimientos culturales ya adquiridos. En este mismo tenor Hamblin señala la necesidad de interpretar y cuestionar lo que se conoce y dice del cuerpo. Ser partícipes en las decisiones que se toman sobre él, como es el caso de la salud personal, y lo que el autor llama hábitos de pensamiento (2018, p. 343). 

Aceptar el cuerpo es una constante labor cuando el poder de la imagen y su culto están presentes en el imaginario social, principalmente a través de las redes sociales. La publicidad nos presenta generalmente cuerpos idealizados de hombres y mujeres, lejos de la realidad y cuya motivación se centra en la apariencia. El trabajo en la educación física sobre la percepción corporal no solo se limita al esquema corporal biológico que fuimos adquiriendo en los primeros años de vida. Este trabajo puede transitar sobre las concepciones históricas que se han tenido sobre el cuerpo y que pueden ayudarnos a alentar a la niñez y juventud para una aceptación y compromiso con el cuerpo. 

Finalmente, se puede reconocer que el enfoque basado en la corporeidad es una propuesta que se implementó para ampliar el sentido y continuidad de la educación física en México. La necesidad de que el cuerpo, con todas sus posibilidades y dimensiones, estuviera en el centro de la enseñanza y el aprendizaje no ha pasado desapercibido. 

Hacer un esfuerzo por mirar más allá de una tradición curricular basado en el rendimiento y la eficacia para armonizarlo con la corporeidad es viable. De los diversos enfoques que hay en otros países se debe aprender, pero una cosa es segura, el pase de lista del cuerpo en la educación física en México es inconclusa aún. Y al igual que Nietzsche tener presente que: “Yo soy cuerpo y sólo cuerpo, y el alma no es más que una palabra que designa algo del cuerpo” (2000, p. 54).

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Referencias

Barrón, et al. (2011). Educación física en Educación Básica. Ciudad de México: SEP.

Claxton, G. (2016). Inteligencia corporal. Por qué tu mente necesita el cuerpo mucho más de lo que se piensa. Barcelona: Plataforma Editorial.

Hamblin, J. (2018). Si nuestros cuerpos hablaran. Una guía para cuidar y comprender el cuerpo humano. Ciudad de México: Editorial Grijalbo.

Roberts, A. (2011). Evolución: Historia de la humanidad. México: Ediciones Dorling Kindersley Limited.

Torres, M. (2009). Los aprendizajes del cuerpo en la escuela mexicana. Formación de profesores y prácticas educativas de la educación física. Ciudad de México: Taller Abierto.

Torres, F. (2015). Creencias, significados y cuerpos: Una mirada a la educación física. Ciudad de México: Editorial La Cifra.


Ficha del autor
Arturo Martínez Gómez:
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Estudió la Licenciatura en la Escuela Superior de Educación Física de Orizaba, Ver., Historia en la UNAM, la Maestría en Tecnología Educativa en el ITESM y el Doctorado en Educación en la Universidad Marista. Su interés por vincular las humanidades, las artes y las ciencias naturales le ha llevado a plantear su labor docente en la educación física como una disciplina pedagógica transdisciplinaria a partir de la historia de las ideas. Desde hace 22 años es profesor en la Escuela Nacional Preparatoria de la UNAM.