Humberto Maturana parte de su labor científica como biólogo, enriqueciendo su formación con la filosofía. Acuña conceptos clave para la educación y la democracia en nuestros países latinoamericanos. El texto comparte reflexiones acerca del arte de educar como una manera de evolución hacia el Bien Ser.
El Dr. Humberto Maturana Romesín,[1] a través de sus diferentes libros, ofrece una mirada de lo que nos caracteriza como humanos y nos diferencia de otras especies. La reflexión y el lenguaje; ambas, tienen su origen en la convivencia, en el contacto con otros seres. Como consecuencia de la convivencia, se da la transformación personal.
A manera de homenaje al maestro recientemente fallecido, el texto presentado invita a repensar la tarea docente a partir de un recorrido por los conceptos de “biología del amor” y “biología de la agresión”, el “coemocionar”, la “realización de la convivencia”, y la “autopoiesis”, en el contexto del aula o la simulación del aula, en modalidades de educación en línea.
Biología del amor y biología del rechazo.
A partir de la experiencia personal como diseñadora de modelos educativos y de desarrollo de talento, así como en la labor de profesora universitaria y capacitadora en distintas organizaciones, encuentro en estos conceptos de Humberto Maturana, la fuente primigenia del contacto con el aprendiz. La biología del amor se refiere a la condición en que la existencia de un ser se da en confianza de ser acogido, recibido, visto. Este entorno acogedor es el espacio cultural que se configura en la convivencia.
El aula es este espacio en donde el estudiante espera ser visto por aquel que le acompañará en su transformación. El ser visto se relaciona con la aceptación de su ser, de su historia, en completo reconocimiento de su legitimidad. El famoso respeto del que hablaban las abuelas y hoy se da por sentado. Lo contrario, es el rechazo, la biología de la agresión, un ser que, al no ser visto, es negado, no reconocido, y en ese sentido se le sesgan los caminos para la transformación personal.
El reto entonces es encontrar un aula llena de estudiantes ávidos de ser acogidos para ser transformados y un docente que “lo único” que tiene que hacer es mirar, en aceptación total. La aceptación surge de la emoción, no de la razón, por lo que como docente te avocas a corregir al estudiante en su práctica, no corregir su ser. Acompañar en la reflexión de sí mismo y de su entorno.
Como sociedad, caemos en la incongruencia de educar en la primera infancia en la biología del amor, en la colaboración, el respeto, y en la juventud en la biología de la agresión, en la competencia, la dominación. ¿Estamos acaso moviendo los caminos de la transformación personal al lugar del no retorno?
Coemocionar
Maturana apunta que todo lo humano surge en la emoción: preferencias, decisiones y creaciones. Después, la razón acciona. Por tanto, lo fundamental en el fluir del vivir, es el emocionar. En los espacios de convivencia en el entorno educativo, buscamos conectar con el otro desde la emoción y en el coemocionar armónico de reconocimiento mutuo, nos podemos orientar hacia el razonar.
El coemocionar entonces se aprecia como la capacidad de mostrarte en tu humanidad, en la confianza de la aceptación y así lograr en la convivencia la conexión con el otro, que garantiza un espacio para el proceso de transformación conjunta. En el coemocionar abres la puerta al universo del conocimiento, porque desde la emoción encuentras el interés, el propósito y la motivación y abres las oportunidades de reflexión, a partir de las cuales avanzas en la producción personal, acompañas y guías.
Coemocionar, va más allá del medio. Obviamente el contacto físico, vivir la experiencia de la presencia, no se compara con tener a personas en cuadros en pantalla. Pero coemocionar, sucede por la condición humana, porque defendemos lo humano, que es estar en convivencia. En ese sentido, la naturalidad de coemocionar supera al medio.
La realización de la convivencia o el destruir del convivir.
Inspirada en las enseñanzas del Maestro Maturana, me pregunto, ¿qué quiero lograr?, ¿qué puedo lograr dadas las condiciones?, ¿qué quiero conservar de la convivencia en el aula? Parafraseando al Maestro, ¿qué configuración de convivir queremos conservar como un proyecto común en el que cada uno de nosotros tenga presencia y el fluir de su vivir tenga sentido en la generación de bienestar material y espiritual, en el placer del querer hacer? El destruir del convivir es el otro camino, es no sostener la mirada, es colocar barreras, es separar. Es no mostrarse y, por tanto, no prestar atención, aunque te muestres.
Autopoiesis
El concepto de Maturana de autopoiesis se conforma por “dos raíces griegas: autos, que quiere decir sí mismos, y poiein, que significa producir. Los seres vivos son sistemas cerrados en su dinámica de constitución como sistemas en continua producción de sí mismos" (1994, p. 29).
Se refiere, entonces, a la condición de existencia que sienta las bases para la transformación personal y se logra en los espacios de convivencia. Por tanto, en la realización de la convivencia, soy visto, aceptado y acompañado en el coemocionar para mi transformación personal, para mi continua producción, para mi evolución hacia el Bien Ser.
En la destrucción de la convivencia, no soy visto, soy negado, con consecuencias emocionales que sin duda transforman, diluyendo la producción de mí mismo sin atender mi real potencial.
A manera de conclusión, queridos maestros valientes y comprometidos, que sin importar las condiciones generan espacios de convivencia, sería un halago pensar que pude transmitir algunas ideas del Maestro Maturana, puestas de tal manera para abrir caminos hacia la reflexión e impacto en su práctica. Por ello dejo unas preguntas guía, planteadas al inicio de cada nuevo curso, taller u oportunidad de coemocionar en grupo.
¿Los acoges o los rechazas?
Tu mirada gentil, abierta, mostrándote en honestidad, reconociendo tu propia existencia y la aceptación legítima de tu ser.
¿Qué condiciones de convivencia generas?
Un entorno para coemocionar, para disponerse a confiar, a escuchar, a crear, a colaborar.
¿Qué quieres conservar en la convivencia?
El despertar de su pasión por conocer para avanzar en la producción de sí mismos, en colaboración y reconocimiento de los otros.
¿Te transformas e invitas a la transformación contigo?
Te muestras, conectas y evolucionas hacia el Bien Ser.
Referencias
Maturana, H. (1994). El sentido de lo humano. Ediciones Pedagógicas Chilenas.
Ficha de la autora
Verónica M. Sama: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Lic. en Pedagogía, Maestra en Educación, Diplomada en Cambio y Desarrollo Organizacional en Reino Unido, Certificada como Profesional de la Dirección de Proyectos por International Project Management Association (IPMA), Socia Directora de Learning and Changing Consultores, Fundadora de SamaDimadi Evolucionando para Bien Ser.
Recientemente, colabora con el ILCE en el desarrollo de Proyectos Especiales.
[1] Biólogo, filósofo y escritor Chileno (1928-2021). Doctorado en Harvard y Post-Doctorado en el MIT. Crea la Facultad de Ciencias en la Universidad de Chile. Fue Premio Nacional de Ciencias 1994. Acreedor a la “Norbert Wiener Memorial Gold Medal”, entregada por la Organización Mundial de Sistemas y Cibernética el año 2015. Co-fundador de Matríztica. Autor de más de veinte libros, entre los que destacan, El Árbol del conocimiento, El sentido de lo humano y Transformación en la convivencia.