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Los 50 años de la Universidad UTE de Ecuador: entre los conflictos iniciales y los proyectos de vanguardia
Daniel Kersffeld


 

 

“… separando al hermano del hermano…”

 

El Instituto Tecnológico Equinoccial, hoy Universidad UTE, ha sido desde sus inicios una de las instituciones de educación más vanguardistas del Ecuador, ligada desde los años 70 a los sectores económicos emergentes y la movilidad social en el país. En este artículo se revisan las circunstancias en torno a su surgimiento, los retos que enfrentó y su consolidación.

La creación del Instituto en un contexto complejo 

El Instituto Tecnológico Equinoccial fue impulsado en Quito por un grupo de ex alumnos del tradicional colegio jesuita San Gabriel, especialmente, por la promoción del año 1944. Con un sentido innovador para su época, favorecieron el nacimiento y desarrollo de una nueva casa de estudios, conformado por carreras tradicionales junto con otras que resultaban novedosas dentro del contexto académico ecuatoriano de esa época. 

Por aquel entonces, la vida universitaria estaba normada por la Ley de Educación Superior, que había sido expedida a fines de 1970, durante el último gobierno del ex presidente José María Velasco Ibarra, y que tenía un carácter represivo, violatorio del principio de libertad académica, y que fue ampliamente resistida por las universidades ecuatorianas. En un contexto tan complejo se presentó el proyecto de creación del Instituto Tecnológico Equinoccial, una entidad que, a tono con el modelo de desarrollo industrial prevaleciente por aquellos años en Ecuador, apuntaba a la generación de un nuevo tipo de profesional y, principalmente, a la preparación de mandos medios en las estructuras empresariales. 

El proyecto educativo estaba dividido en dos estructuras diferentes, consistentes en la puesta en marcha de un colegio técnico y en el establecimiento de un instituto de educación superior. Esta apuesta contemplaba una amplia estrategia de formación, ya que el objetivo era que el colegio técnico fomentara la educación de aquellos bachilleres técnicos que luego ingresarían al instituto de educación superior para completar su desarrollo profesional de modo integral. 

A partir de este proyecto inicial, el 11 de agosto de 1971 entró en funcionamiento el Instituto Tecnológico Equinoccial (ITE), dedicado a la enseñanza media y superior. Pero al no contar con recursos públicos asignados, la nueva entidad educativa careció en sus inicios de locales, de personal e incluso de un presupuesto previamente definido. 

Frente a la precariedad existente en este primer momento, fue desde el directorio de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio San Gabriel que se resolvió la adecuación de algunos salones de este establecimiento para que el Instituto pudiera comenzar a operar con los primeros cien estudiantes inscritos. 

Gracias a la designación promovida por la Asociación de Antiguos Alumnos, en 1971 el Ingeniero Ricardo Salazar Grijalva se convirtió en el primer rector del ITE: su principal aval para ocupar este cargo había sido la presidencia de la red de graduados de dicho Colegio entre 1968 y 1970. Además, y desde un primer momento se contó con el apoyo del Padre Jaime Verdesoto y del Doctor Álvaro Trueba Barahona como vicerrector. Aun frente a las enormes dificultades de los tiempos iniciales, este grupo consiguió forjar en poco tiempo la institucionalización de la nueva entidad. Y antes de que finalizara esta etapa de construcción, el Instituto pudo tener su primera sede e iniciar sus actividades educativas. 

Sin embargo, y más allá de los aportes individuales de determinados benefactores, lo cierto es que la nueva entidad educativa vivió sus primeros años en medio de difíciles y acuciantes problemas económicos. Los mínimos recursos conseguidos a través del Ministerio de Industrias y de otras dependencias públicas apenas alcanzaban para el funcionamiento general del nuevo Instituto, a punto tal que la mayoría de los docentes, muchos de ellos ex alumnos del Colegio San Gabriel, dictaban sus cursos ad honórem, en tanto que los aranceles pagados por los estudiantes se destinaban casi en su totalidad al mantenimiento de los departamentos de la tesorería y la secretaría, por aquellos años, las únicas áreas que recibían un financiamiento regular.

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Patio de la Virgen, Universidad Tecnológica Equinoccial

Un inicio difícil aunque promisorio 

Pese a la precariedad y a la incertidumbre financiera que se vivió en los primeros años, desde un inicio el ITE se destacó por su capacidad visionaria y por su interés en la búsqueda de respuestas concretas ante la creciente demanda de especialistas y profesionales de acuerdo con el nuevo patrón de desarrollo que se empezó a generar en Ecuador desde fines de la década de los sesenta. En efecto, la renovada producción petrolera demandó la generación de especialistas con conocimientos amplios tanto en torno a los recursos de explotación, así como también frente a las posibilidades de su comercialización a nivel internacional. 

De ahí que en 1972 se comenzó a promocionar, dentro del primer grupo de disciplinas profesionales, la carrera de Tecnología de Petróleos. Además de esta orientación, se establecieron otras tres carreras que también respondían al nuevo modelo económico y de orientación profesional que paulatinamente se iba imponiendo en el país. Entre ellas, resultó de creciente importancia la carrera de Dirección de Empresas, en función de la aparición de nuevos emprendimientos económicos. Estos dos proyectos de carreras, finalmente, fueron acompañadas por Decoración y por Hotelería, que también apuntaban a nuevos perfiles estéticos y al desarrollo de nuevos proyectos turísticos. Con todo, la compleja situación económica del Instituto no mejoró pese a que rápidamente aumentó el número de estudiantes inscriptos. 

A principios de 1973, se puso en marcha la nueva carrera de Mandos Medios, orientada a la capacitación de aquellos trabajadores que prestaban sus servicios en funciones medias empresariales. De este modo, el Instituto volvía a evidenciar no solo su carácter vanguardista en la creación de carreras totalmente novedosas para el contexto académico del Ecuador, sino que también acompañaba el proceso de cambio social y de ascenso de los sectores populares a las clases medias como correlato de la dinámica económica impuesta por el boom petrolero de los años setenta.

Primeros cambios en la dirección del Instituto 

La repentina muerte del rector Ricardo Salazar en 1973 supuso un duro golpe para una entidad que todavía trataba de afirmarse en el complejo escenario educativo ecuatoriano. El elegido para conducir al Instituto por nuevos derroteros fue el Dr. Carlos Stacey Chiriboga, uno de los principales referentes en Ecuador en el área de la agricultura, quien previamente se había desempeñado, entre otras funciones, como titular del Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (IERAC). 

Poco tiempo después de su posesión en el cargo de rector, Carlos Stacey se abocó a una reforma académica y a una reorganización de las carreras de Decoración, Hotelería y Dirección de Empresas, la que fue transformada en la nueva disciplina de Ingeniería de Empresas. El Dr. Stacey se mantuvo al frente del rectorado hasta 1976, cuando por sus múltiples ocupaciones y, principalmente, por sus compromisos internacionales debió dar un paso al costado de la institución. 

Luego de un breve mandato encargado de aproximadamente un mes de duración, ejercido por el Ing. Alfonso Jarrín, como nuevo rector fue designado el Dr. Ángel Polibio Chaves. Su paso como Subsecretario de Educación en el gobierno de Guillermo Rodríguez Lara fue especialmente recordado por haber contribuido con la creación de una partida presupuestaria estable para el Instituto. Con este nombramiento producido a principios de 1976 se terminó de conformar el nuevo cuadro de autoridades del ITE.

Una reforma educativa de enorme importancia 

En uno de los momentos más difíciles se concretó la participación de tres especialistas en educación de origen argentino que, con su colaboración, daría lugar a un cambio radical en el proceso de desarrollo del todavía joven Instituto. En efecto, Delia Spila, Federico Castro y Guillermo Villanueva provocaron una verdadera revolución en el ITE cuando propusieron la creación de nuevas carreras bajo una modalidad novedosa, pero a tono con el carácter vanguardista mantenido desde un primer momento por esta entidad académica. En este sentido, no solo construyeron los pénsum y los contenidos de las nuevas orientaciones a ser impartidas, sino que también asumieron su puesta en marcha y posterior coordinación. 

La colaboración por parte de estos especialistas significó una rápida transformación con enormes repercusiones para el Instituto, ya que fue en ese momento que se diseñaron la mayoría de las carreras que se mantuvieron vigentes por casi dos décadas, hasta principios de los años noventa. Así, fueron planificadas las nuevas carreras de Relaciones Públicas, Publicidad, Mercadotecnia, Comercio Exterior y Administración de Personal, y se llevó a cabo la transformación de la carrera de Hotelería en Turismo y Hotelería, la creación de Recreación Infantil y la de Costos y Administración de la Producción, así como también las carreras a ser dictadas en la extensión del ITE ubicada en la provincia de Santo Domingo de los Colorados. 

El Instituto marcó otro hito de importancia con la puesta en marcha de la carrera y de la escuela de Restauración y Museografía, una iniciativa del museólogo y restaurador Carlos Alejandro Guerrero que, pese a varias dificultades iniciales, logró afirmarse brindándole un giro apreciable a una entidad que hasta ese momento se había caracterizado por una visión centrada en la administración, la tecnología y el comercio. 

Por otra parte, la mayor visibilidad obtenida por el Instituto gracias a una renovada dinámica académica y profesional redundó en la obtención de mayores recursos para solventar su funcionamiento. Así, el rector Ángel P. Chaves consiguió que se duplicara la partida presupuestaria.

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Una activa política de cooperación universitaria 

En 1979, ya con el gobierno encabezado por Jaime Roldós, Ecuador retornó a la senda constitucional. A nivel parlamentario fue creada una comisión especial para el diálogo con las universidades y las escuelas politécnicas. En medio de los importantes cambios ocurridos a partir de la apertura democrática, surgió con gran fuerza una renovada presión por la derogación de la siempre resistida Ley de Educación Superior de 1970 y su sustitución por otra normativa consensuada por la institucionalidad universitaria. Sin embargo, la anulación de esta ley, que facultaba por igual a universidades y a institutos a impartir educación superior, afectaba de hecho el funcionamiento del ITE e, incluso, podía impedir que a futuro continuara actuando dentro del sistema académico ecuatoriano. 

No serían los únicos cambios que a corto plazo animarían a este centro de enseñanza y lo convertirían en una unidad académica de vanguardia en el contexto ecuatoriano. Pronto se sumarían otros proyectos como los de creación de una Oficina de Asuntos Estudiantiles, en tanto que también se sentaron las bases para la puesta en marcha de los servicios de Bienestar Universitario. Un elemento de fundamental importancia para el Instituto fue la firma de diversos convenios de cooperación con centros universitarios y de investigación de distintas partes del mundo, destinados principalmente a dotar de recursos e implementos tecnológicos y educativos a esta joven entidad académica. 

Más allá de algunos respiros momentáneos, el ITE continuaba en una situación problemática que tendía a profundizarse cada vez más. Entre varias razones, y para impedir que este escenario pudiera desencadenar una verdadera crisis a nivel institucional, se propuso el cambio de denominación. Inmediatamente, las autoridades de la institución efectuaron múltiples gestiones a nivel parlamentario. Gracias a la mediación de la presidencia del Congreso se obtuvo el compromiso por la pronta sanción de una ley que, finalmente, otorgaría el reconocimiento del Instituto pero bajo una nueva identidad. Sin embargo, el proyecto de ley sería vetado por el presidente Jaime Roldós. 

 

En consecuencia, se cumplieron dos años de intensas gestiones con distintas autoridades del gobierno y del Parlamento para poder incluir al Instituto dentro de la nueva Ley de Educación Superior. En cierta manera, se obtuvo una victoria pírrica cuando en la mencionada normativa, que en mayo de 1982 finalmente adoptó la denominación de “Ley de Universidades y Escuelas Politécnicas”, se incluyó una disposición transitoria que posibilitaba al Instituto la continuidad de sus labores hasta que alcanzara la categoría de universidad. De acuerdo a esta regulación, pasaba a ser la única entidad en todo el país que, junto con las escuelas politécnicas, podía otorgar títulos de nivel superior. 

Por último, a fines de 1984 se produjo la renuncia del rector Ángel Polibio Chaves. El Consejo de Gobierno del Instituto resolvió nombrar a Álvaro Trueba Barahona como rector, en tanto que en el cargo de vicerrector fue designado Carlos Dávila, el director más antiguo en ejercicio. Para ese entonces se establecieron así las facultades de Ciencias Económicas, Ciencias de la Ingeniería, Ciencias Administrativas Aplicadas, Artes y Ciencias Sociales.

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Ing. Leon Febres Cordero firma ley de creación Universidad UTE 1986

El nacimiento de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE) 

El 22 de enero de 1986 un sueño largamente anhelado finalmente se hizo realidad cuando el Congreso Nacional resolvió la aprobación de la Ley de creación de la nueva universidad. Cinco días más tarde, dicha ley era enviada al Poder Ejecutivo para su sanción. Así, luego de un largo proceso caracterizado por enfrentamientos, por un enorme desgaste y también por difíciles momentos de ruptura, pero también por una enorme voluntad de crecimiento y de desarrollo académico e investigativo, finalmente nacía la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE). 

Una vez constituida formalmente la UTE, se dieron a conocer las primeras disposiciones emanadas desde la máxima autoridad, definida bajo la figura del “Rector Organizador”. La prioridad frente a la nueva realidad era definir la disposición interna de una entidad que todavía debía adecuarse a normativas y regulaciones contempladas para los centros de enseñanza de educación superior. Así, se procedió a establecer el Consejo Universitario a través de un criterio de selección que apuntara a la excelencia. 

En 2021 la Universidad UTE cumplió 50 años de vida. En todo este tiempo se desarrolló como uno de los más importantes centros académicos y de investigación del Ecuador, alcanzando un particular relieve durante la actual gestión del rector Dr. Ricardo Hidalgo Ottolenghi. Gracias a los avances en disciplinas vinculadas al campo de la salud, en distintas áreas tecnológicas y en las humanidades, y más allá de los incontables problemas económicos, institucionales, políticos, edilicios, etcétera, hoy esta universidad ha logrado formar parte de la actual escena científica ecuatoriana, proyectándose además hacia el exterior como uno de los más importantes polos de investigación de toda la región. 

Referencias

https://www.fernandomunoz.net/uncategorized/fundadores-de-la-universidad-ute/

https://www.ute.edu.ec/la-ute-2-2-2/infraestructura/infraestructura-de-arte-y-cultura/


Ficha del autor

Daniel Kersffeld: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

Daniel Kersffeld es licenciado en Ciencia Política (Universidad de Buenos Aires). Magister en Ciencias Sociales (FLACSO-Argentina). Doctor con mención honorífica en Estudios Latinoamericanos (Universidad Nacional Autónomo de México, UNAM). Posdoctorado en Ciencias Políticas (UNAM). Actualmente es consultor internacional en análisis político y en relaciones internacionales, docente en varias universidades e investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) son sede en la Universidad Torcuato di Tella (Buenos Aires, Argentina).