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IA, a casi cien años de su aparición en el cine
Víctor López Noriega

 

 

Además de que este 2023 marca el segundo aniversario de nuestra revista Nueva Educación Latinoamericana (¡Muchas felicidades a todo el equipo y, por supuesto a quienes nos leen!), también este año marca una espera de tan sólo cuatro años, para celebrar el centenario del estreno de una de las películas más memorables de la historia del cine mundial, me refiero a “Metrópolis” (Fritz Lang, Alemania, 1927), en la cual se aborda, de forma espectacular y a la vez inquietante, uno de los temas que hoy traen al mundo de cabeza (en ambos sentidos de la expresión): la Inteligencia Artificial, la famosa IA. 

De acuerdo con la sinopsis publicada en la Enciclopedia Concepto, la cinta:

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Foto 1. Impresión original, versión internacional del cartel de Metrópolis, dibujada por Heinz Schulz-Neudamm.

“imagina la urbe futurista de Metrópolis, donde la clase obrera vive hacinada en un gueto subterráneo, mientras la élite vive cómodamente en la superficie. Cuando María, una líder social y revolucionaria, amenaza con subvertir el sistema, las élites usarán la tecnología para controlar y suprimir la rebelión, de la manera más siniestra posible”.

Fuente: https://concepto.de/sinopsis/#ixzz81uuIX75W

La película silente de Lang, que, por cierto, sitúa su trama en el año 2026 (¡Ya casi llegamos! ¿Qué tanto nos parecemos a “Metrópolis?”) sigue siendo todo un referente al ser pionera en el tema (recuerden que “el que pega primero, pega dos veces”) y, además de ser la primera película considerada Memoria del Mundo por la Unesco, es también, desde múltiples puntos de vista, “la primera” en:

  • Mostrar un robot antropomórfico en pantalla.
  • Proyectar una serie de avances tecnológicos, que hoy se han incorporado como parte de nuestra realidad cotidiana: intercomunicadores, videollamadas, paneles de control y varios gadgets más que encajan perfectamente en lo que se conoce como domótica, lo que a su vez forma parte del concepto de Ciudades Inteligentes o Smartcities.
  • Marcar una tendencia estética, que sigue inspirando a nuevos exponentes no sólo de diversas ramas de las artes visuales, sino del área tecnológica, como la robótica o la mecánica.
  • Plantear una serie de conflictos éticos y morales, que no sólo se repiten hasta nuestros días, sino que se magnifican y derivan en otros a medida que las tecnologías avanzan: ¿Llegarán las máquinas a desplazarnos en la cadena productiva al grado de extinguir fuentes de empleo necesarias para la subsistencia humana? ¿Hasta dónde sería adecuado que la inteligencia artificial intervenga en la formación y educación de un ser humano? En los procesos de creación artística e intelectual realizados mediante IA, ¿quién sería el autor, la persona que da la instrucción a la máquina, la máquina que ejecutó el proceso o el creador de la máquina? Y, si nos vamos al terreno de lo meramente humano, ¿puede un o una robot sustituir a una de las partes en una relación sentimental o afectiva? En resumidas cuentas, ¿las máquinas dominarán al ser humano?

Como apunté al inicio, actualmente la IA se encuentra en boca de todos (que si los asistentes virtuales como “Siri” de Apple o “Alexa” de Amazon, el robot “Sophie”, el ChatGPT y ejemplos cada vez más sofisticados). Si lo vemos simplemente como usuarios, resulta sorprendente poder dar una instrucción y que la máquina la convierta en una acción, prácticamente en un abrir y cerrar de ojos; si lo vemos desde la perspectiva de los desarrolladores, el asunto implica un reto creativo sumamente interesante, motivado seguramente por el deseo de superar la limitante tecnológica que se tenía el día anterior. Pero, si analizamos el asunto desde una óptica filosófica, la cosa se complica, tal y como ocurre en “Metrópolis”. 

Esa distopía, absolutamente maniquea, que la película plasma, al dividir a la población humana en explotadores y oprimidos, los de arriba y los de abajo, nos lleva necesariamente a hacer un ejercicio analítico, más allá de las capas superficiales, si es que queremos evitar quedarnos simplemente con esa visión binaria. 

Jorge Huerta, en el blog IMI-Cultura de Interacción, señala:

“Metrópolis es una ciudad en la que los humanos viven de las máquinas. El robot les hace ver esto a los obreros, pues ellos lubrican las uniones de las máquinas con su propia sangre. Una vez que los humanos dejan de trabajar, el sistema colapsa. Es interesante notar que en un principio la tecnología debe estar al servicio del hombre, pero aquí se ha invertido, y los humanos obreros están al servicio de las máquinas. Los dirigentes tampoco viven sin las máquinas, pues toda su ganancia viene de ellas, y su ciudad sólo vive gracias a ellas. La película enfatiza el rol de los sentimientos en la relación entre humanos y máquinas, para evitar la explotación y el mal uso. Como dice MacLuhan “cualquier técnica no puede hacer más que sumarse a lo que ya somos”, de esta manera no es por la máquina que se ocasionan estas desigualdades y maltratos, sino que es el humano extendiendo su propia naturaleza”. 

Fuente: Huerta, J. (11 de septiembre de 2012). El humano al servicio de la tecnología. IMI - Cultura de Interacción. https://www.jhcnewmedia.org/multimedios2012-udd/2012/09/11/el-humano-al-servicio-de-la-tecnologia/

Lo que personalmente rescato de este texto es, precisamente, la vertiente de la naturaleza humana. Las cuestiones planteadas en la película, relacionadas con la tecnología, por mucho que se acerquen a la realidad actual, no dejan de ser ficción, en cambio, la naturaleza del ser humano es una realidad atemporal de la que no podremos escaparnos jamás (aunque a veces nos comportemos como autómatas, pero eso es “harina de otro costal” y aquí estamos cocinando otra reflexión). Como seres humanos, generalmente nos apegamos a la ley del menor esfuerzo, o sea, sacar la mayor ventaja o beneficio posible de una situación invirtiendo el menor tiempo o dinero posibles. Eso, para mí, es perfectamente comprensible y la tecnología es una herramienta creada para ello, pero el asunto se complica cuando en ese proceso resultamos afectados o afectemos a los demás en lo concerniente a integridad o intereses. ¿Hasta dónde ser competitivos y empezar a ser empáticos con tal de lograr nuestros objetivos? La tecnología no es buena o mala en sí misma, es una u otra cosa en función del camino que queramos tomar usándola para alcanzar nuestros objetivos como personas y como sociedad. 

Si bien después de “Metrópolis” se han realizado películas mucho más asombrosas en lo que al aspecto técnico-visual se refiere hasta llegar a joyas contemporáneas del cine occidental que abordan el tema de la IA –entre muchas otras “Her” (Spike Jonze, Estados Unidos, 2013), “Ex Machina” (Alex Garland, Gran Bretaña, 2014) e incluso la tierna y emotiva “Wall-E” (Andrew Stanton, Estados Unidos, 2008)- “Metrópolis” ya tiene un lugar de honor vitalicio dentro de la cinematografía mundial y, como mensaje principal, basta la frase que cierra la película con broche de oro: “el mediador entre la cabeza y las manos debe ser el corazón”.

FICHA TÉCNICA:
 

  • Título original: “Metropolis”

  • Título en castellano: “Metrópolis”

  • Año: 1927

  • Duración: 153 min.

  • País: Alemania

  • Dirección: Fritz Lang

  • Guion: Thea von Harbou (basado en su propia novela homónima)

  • Música: Bernd Schultheis, Gottfried Huppertz (Película muda)

  • Fotografía: Karl Freund, Günther Rittau (B/N)

  • Reparto: Gustav Fröhlich, Brigitte Helm, Alfred Abel, Rudolf Klein-Rogge, Fritz Rasp, Theodor Loos, Heinrich George, Fritz Alberti, Grete Berger, Heinrich Gotho, Georg John, Olaf Storm
  • Productora: F.A

  • Género: Ciencia ficción.

  • Categorías: Distopía. Steampunk. Robots. Expresionismo alemán. Película de culto. Cine mudo.

  • Sinopsis: Futuro, 2026. En la megalópolis de Metrópolis la sociedad se divide en dos clases, los ricos que tienen el poder y los medios de producción, rodeados de lujos, espacios amplios y jardines, y los obreros, condenados a vivir en condiciones dramáticas recluidos en un gueto subterráneo, donde está el corazón industrial de la ciudad. Un día Freder (Alfred Abel), el hijo del todopoderoso Joh Fredersen (Gustav Frohlich), el hombre que controla la ciudad, descubre los duros aspectos laborales de los obreros después de enamorarse de María (Brigitte Helm), una joven de origen humilde, venerada por las clases bajas y que predica los buenos sentimientos y el amor. El hijo entonces advierte a su padre que los trabajadores podrían rebelarse. 

Fuente: Metrópolis. (17 de diciembre de 2020). FundacióBit. https://www.fundaciobit.org/es/ficha-cinetic-metropolis/

Referencias

Logotipo. https://es.wikipedia.org/wiki/Metr%C3%B3polis_(pel%C3%ADcula_de_1927)

Cartel.
https://www.metalocus.es/es/noticias/metropolis-el-cartel-de-pelicula-mas-caro


Ficha del autor
Víctor López Noriega: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la FES Acatlán de la UNAM. Cuenta con casi 30 años de experiencia en el área de guionismo, tanto en medios privados como públicos, 20 de ellos colaborando en el ILCE para programas educativos de diversos géneros y formatos en radio y televisión.