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Guion educativo audiovisual: el dilema de “ver o no ver para aprender”
Víctor López Noriega

 

La creación de un guion educativo audiovisual implica una serie de consideraciones que van desde el contenido a abordar, hasta el estilo a emplear para lograr construir un conocimiento significativo en el público meta. Es en este último en quien recae la decisión que resuelve un contundente dilema que determina la efectividad del guion.

“Ver o no ver, he ahí el dilema”… y es que, al cambiar el verbo y jugar con el sentido de la distintiva línea escrita por William Shakespeare para el personaje de Hamlet, podemos darnos cuenta de un estigma que, desde mi punto de vista,  siempre ha marcado a las producciones audiovisuales educativas: si decides como público ver un programa o serie de este tipo, es posible que aprendas algo, pero seguramente te va a aburrir; la otra opción es no verla y así “evitar el riesgo” de aburrirte, aunque sacrifiques el conocimiento que podrías haber adquirido si la hubieras visto. 

Pensándolo bien, cabría una tercera opción a esta aparente condena: verla, aburrirse y de todos modos no haber aprendido absolutamente nada. Lo cierto es que, de una forma un tanto prejuiciosa, pocas personas consideran la posibilidad de ver, entretenerse y aprender. 

Analizar estos escenarios desde la óptica de la creación nos lleva forzosamente a una misma raíz: el guion. ¡Sí! ese escrito lleno de textos, diálogos e indicaciones escénicas y técnicas dirigido a los locutores, conductores, actores, realizadores, editores y demás equipo de trabajo y que, quiérase o no, es la columna vertebral de una producción, sobre todo de carácter audiovisual. El guion es el primer paso hacia la materialización de una idea, de ahí la importancia de que deba estar bien escrito, lo que implica una buena investigación sobre el tema que aborda, un tratamiento visual y de lenguaje de la información muy bien pensado para hacerlo accesible al público al que va dirigido y que, además, refleje el buen oficio de quien lo escribió para lograr el efecto de no sólo captar la atención de quien ve el producto que se desprenderá de él, sino de mantenerla a lo largo de su duración. 

En torno a la elaboración de un guion para un medio audiovisual con fines educativos se puede teorizar mucho y está bien; la teoría y la investigación son las bases que van a sustentar el contenido vertido en el guion y que en última instancia será consumido por la audiencia para su aprovechamiento... o no. Eso dependerá de la receptividad de parte de la audiencia en el momento del consumo del producto final. Hay que recordar que dicha receptividad por parte del público puede ser voluntaria u obligatoria. No es lo mismo que este diga “Quiero ver tal o cual programa, serie o documental porque me llamó la atención el tema”, a decir “Tengo que ver este programa, serie o documental porque es parte del curso que estoy tomando”. Sin embargo, en ambos casos, el guion debe motivar el aprovechamiento de su contenido. Jamás debe perderse de vista que ese es el propósito principal de un guion. 

En cuanto a los tratamientos visual y de lenguaje, en mi experiencia, deben seguir lineamientos básicos de rigor que lo hagan práctico y funcional para lograr el impacto deseado: síntesis, sencillez, claridad, etcétera. No obstante, actualmente hay un elemento que debe tenerse siempre presente: la flexibilidad, ¿En qué sentido? hoy más que nunca, con la creación de nuevas ventanas de difusión hay una riqueza de formatos en los cuales podemos transmitir mensajes, desde el lenguaje televisivo convencional, pasando por las plataformas que incorporan videoblogs, podcasts, tutoriales, videos cortos en formato vertical, etcétera, hasta la expresión gráfica empleada en redes sociales con recursos como infografías, memes, banners, stickers, gifs, etcétera.

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“Más de la mitad de conexiones a Internet son para el uso de redes sociales como fuente informativa. En la cotidianidad es también considerable el aumento en el consumo de contenidos con fines de entretenimiento, la sustitución de texto por recursos multimedia para el aprendizaje y los hábitos de consumo desde casa como compras en línea, pagos de servicios, y transacciones bancarias; aun así, el promedio general de consumo de contenidos audiovisuales es de 8 a 10 segundos, es por ello que redes sociales como Instagram o TikTtok han tenido tanto éxito al tener videos cortos, dinámicos y con herramientas fáciles de edición”. Centro de cultura digital (s/f). p. 3.

Para un guionista, el listado de formatos antes citados debe ser todo un abanico de posibilidades expresivas y al crear una propuesta audiovisual, cuanto más flexible sea para incorporarlos al guion, mayores probabilidades tendrá de lograr un impacto positivo en la audiencia. Desde luego que esa flexibilidad tiene un límite y para lograr un guion equilibrado que mantenga una línea informativa y/o narrativa coherente y comprensible, el guionista debe saber combinarlos para no saturar un mismo guion de distintos recursos y el posible impacto termine por diluirse en un mar de imágenes o de textos sin sentido. Cada uno de esos recursos tiene un efecto particular y, en la medida en que se conozcan dichos efectos, mejor resultará la mezcla de estos recursos. 

En lo que respecta al lenguaje, su manejo también debe ser cuidadoso. Está bien ser formal y amplio en el vocabulario para fomentar la riqueza lingüística en las audiencias, pero debe haber un margen para ser coloquial y lograr la identificación con el público al que nos dirigimos. También, en el apartado del lenguaje, hoy por hoy tenemos que considerar otro elemento de gran relevancia que, de ser mal empleado o inexistente, puede provocar el efecto contrario al que se busca y me refiero a la inclusión.

Ser inclusivo al momento de redactar o sugerir imágenes respecto a equidad e identidad sexo-genérica, orientación sexual; origen étnico o regional, nivel socioeconómico, afiliación política o religiosa, etcétera, es un deber que, como profesionales de la comunicación, no podemos dejar de lado. En este sentido, pienso que caben dos opciones: se aplica la neutralidad o se recurre a la pluralidad. En la primera, se apela a la capacidad de síntesis para que una imagen, una frase e, incluso, una sola palabra se refiera a todo un universo; en la segunda, el cometido es dar visibilidad a la mayor cantidad posible de elementos que conforman un universo. Ambos recursos tienen sus pros y sus contras, pero digamos que, en términos generales, no aceptan “medias tintas”, es decir, “ser o no ser” y, paradójicamente, ya volvimos al dilema de donde partimos.

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¿Qué procede ahora en este somero análisis que ustedes y un servidor estamos haciendo sobre el guionismo con fines educativos? Se me ocurre que, por el momento, dejemos a un lado el dilema anterior para retomarlo después, porque hasta ahora, nos hemos centrado en la forma del guion, en el “cómo” debemos expresarnos a través de él, pero y el “qué”, ¿dónde quedó?, ¿sobre qué va a tratar el guion? He ahí el meollo del asunto. 

Cuando debemos escribir sobre un tema en particular cuyo objetivo específico es propiciar en la audiencia la construcción de un conocimiento significativo, hay que considerar, en primera instancia, que seguramente el proceso no incluye la posibilidad de escoger el tema acerca del cual se va a escribir, sino que se nos va a pedir que lo hagamos sobre uno que se nos asigne; en pocas palabras “asignación, no elección”. ¿Por qué? pues porque muchas veces, sino es que la mayoría, el guion educativo es parte de un proyecto que ya está enmarcado en un plan o programa de estudios, conformado por asignaturas que, a su vez, están integradas por varios temas de estudio y, como tal, implican metodologías didácticas y pedagógicas específicas. 

En ese sentido, el guionista debe, preferentemente, contar con cierto perfil enfocado al tema en cuestión, es decir, si se va a escribir sobre las ecuaciones de primero y segundo grado, previamente tuvo que haber investigado acerca de ese tema hasta tener claras las nociones básicas que le permitan abordar el tema con el propósito de explicarlo lo mejor posible a través del guion para vincular la parte teórica con la práctica, porque no hay nada peor para un estudiante que toparse con un contenido que pretende ser educativo y que no pueda vincular a aspectos relevantes y diversos de su vida diaria; recuerden, la idea es construir un conocimiento significativo. Ante ese panorama, ¿Qué recurso podría ayudar a crear un guion lo más efectivo posible para el propósito que se busca? Yo pensaría que la clave está en un elemento que poco a poco ha ido recuperando terreno desde el punto de vista didáctico y pedagógico: la transversalidad.

“La transversalidad es una modalidad de la transferencia de conocimientos, sin embargo, en el caso de la transversalidad esta se da de manera horizontal, ya que se refiere a la combinación de conocimientos previos y/o nuevos entre las diferentes disciplinas de la currícula escolar, y no solamente entre materias de la misma área, sino también entre materias de áreas distintas, es decir, se puede manejar de dos maneras y de forma incluyente”. (Eduardo Gurría B. / Revista Aula / La transversalidad en educación / Septiembre 2022 / párrafo 1 / La transversalidad en educación - Revista Aula)

Por ello, Gurría (2022) ahonda en este sentido:

“La educación transversal consiste en establecer una didáctica que comprometa a otras disciplinas dentro de un mismo plano educativo en cuanto a nivel, materia y tema cuyos contenidos sean diferentes en cuanto a los objetivos propios de cada disciplina. Esto quiere decir que una materia no se enseña en forma aislada, con lo cual se perdería mucho del aprendizaje, sino que busca relacionar conceptos inherentes a otras materias conectándolos de manera sistemática y estructurada, de tal forma que el estudiante perciba un tema mediante diferentes enfoques de aprendizaje, adquiriendo, con ello, objetividad, lo que redundará en un aprendizaje significativo”.

Cuando se aborda un tema que, tradicionalmente, la mayoría percibe como árido y difícil como pudieran ser las matemáticas, resulta poco conveniente centrarse solamente en el aspecto aritmético, algebraico, geométrico, etcétera; en cambio, si lo mezclamos con un poco de arte, como por ejemplo la música, podríamos escribir algo así:

“La música es algo que nos gusta a cualquier persona; quizá no la misma música, pero seguramente no hay quien diga que cuando le gusta alguna canción, la canta, la baila o por lo menos lleva el ritmo con el pie. Si lo pensamos bien, el ritmo es un patrón de compases conformados por sonidos que se repiten a determinados intervalos. ¡Esto es matemática pura!...” (López Noriega, 2022).

O qué tal esto que tiene que ver con las redes sociales:

“Cuando al navegar por internet nos aparece determinado tipo de publicidad o de información relacionada con las páginas que visitamos, se debe al uso del algoritmo, o sea que dependiendo el número de veces que repetimos una búsqueda o la visita a alguna página, se identifica un patrón de navegación que refleja nuestros gustos e intereses y así se nos va sugiriendo tal o cual producto o servicio apegado a ese patrón. ¡Esto también es matemática pura!” (López Noriega, 2022).

Si ambos textos van ilustrados con imágenes atractivas, el impacto podría aún ser mayor y el nivel de recordación en la o el estudiante le permitiría tener una referencia mucho más clara, tanto del concepto matemático abordado como de su aplicación en la vida diaria. 

Ahora y aun quedando en el tintero mucho que decir, regresemos al dilema planteado inicialmente en torno a la estigmatización hacia los productos audiovisuales educativos. Como guionista considero que una forma de evitarla tenga que ver más con despojarse del traje de guionista y, al terminar de escribir un guion, hay que ponerse en los zapatos de la audiencia (en ese caso hablaría de retinas y tímpanos más que de zapatos) para que, desde su postura, lo leyéramos en voz alta, lo analizáramos a consciencia y nos preguntáramos “Ver o no ver, he ahí el dilema”.

Referencias

Centro de cultura digital (s/f). Guía de producción de contenido en diversos formatos. México: Secretaría de Cultura. https://vision.centroculturadigital.mx/media/done/Produccion_de_Contenidos.pdf 

Gurría. E. (Septiembre de 2022).  La transversalidad en educación, en Revista Aula, https://revistaaula.com/la-transversalidad-en-educacion/ 

López Noriega, V. (2022) Guion para el programa “Laboratorio virtual de álgebra”, serie “Aprendiendo a pensar”. México: ILCE. 


Ficha del autor

Víctor López Noriega: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Es licenciado en Periodismo y Comunicación Colectiva por la FES Acatlán de la UNAM. Cuenta con casi 30 años de experiencia en el área de guionismo tanto en medios privados como públicos, 20 de ellos colaborando en el ILCE para programas educativos de diversos géneros y formatos en radio y televisión.